¿Cómo comenzó mi maternidad?
Hace ocho años que nació mi primer hijo y yo tan sólo tenía 20 años.
Siempre sentí que sería una mamá de las que comienzan a tener hijos después de los 30, yo quería estudiar cine, viajar mucho y ese tipo de cosas que no te hacen sentir atada ni con raíces, sino más bien como hojas de árbol volando en el aire así que ¡claro que fue una gran sorpresa!.

Sin embargo también siempre sentí que el día que fuera madre lo daría todo, sin embargo también siempre sentí que el día que fuera madre lo daría todo, me visualizaba siendo una madre super divertida, comprensiva, amorosa y única, que mis hijos sintieran toda la confianza y admiración por mi y claro, que mejor que a lado de un buen compañero que esperaba fuera su padre, hoy mi esposo Kin.
Introduciéndome en una maternidad más consciente…
A los meses de estar embarazada conocí el parto humanizado en agua, fui a una conferencia con Barbara Harper, pionera en esta clase de parto y fue ahí donde por primera vez descubrí que había otra clase de crianza y conexión con los hijos de lo que yo conocía.
Descubrí que desde que estás embarazada tu bebé y tú tienen tantas conexiones y hay tanto que trabajar, la manera en la que los recibes en este mundo es tan importante, el tiempo que le dedicas los primeros años sobre todo, la manera en la que los observas, los cuidas, los escuchas y les das tu atención, es lo más valioso que les puedes dar.
Desde aquel día mi enfoque hacia encontrar un buen ginecólogo, una doula, elegir el mejor alimento y cómo cuidar su salud física y mental se volvió mi prioridad, sin embargo ahora que veo el pasado claro que cometí muchos errores y siempre los habrá, pero quiero decir que lo pude haber hecho mil veces mejor pero todo lo que pude dar en ese momento fue basado en la búsqueda de encontrar lo mejor, no desde el impulso y ya para mi eso es la “maternidad consciente”.

Cuando por fin llego el día de mi parto en agua, sin epidural y pase más de 15 horas en trabajo de parto y por fin tuve a mi hijo en mis brazos me di cuenta que lo más natural siempre será el proceso más sabio para elegir, ¡fue precioso! ¡no hay palabras!.
Después comencé a estudiar y buscar inspiración para aprender a tener más conexión con la tierra, la naturaleza, sentir la satisfacción de disfrutar la maternidad tratando de romper con toda clase de paradigmas y tabúes que contradicen estas conexiones y sabidurías de la vida, desde la lactancia, el como es el dar alimento a tu bebé en lugares públicos, ya que aquí en México a pesar de que ahora en el 2020 ya está siendo más aceptado en el 2011 ver a una chica de 20 años lactando a su bebé parecía ser algo incómodo para muchos.
También romper con esta idea tan absurda de querer tener a los niños tan limpiecitos, de querer que lo sepan todo y comprendan todo, que se adapten a nuestro ritmo de vida adulto y tan acelerado, tan consumista y poco natural y que pareciera que el mayor fin, es amoldarlos a una sociedad limitada de creatividad, de amor y libertad.

Hablemos de la pedagogía Waldorf, ¿te suena?
Cuando mi hijo tenía un año tome mi primer curso basado en la pedagogía Waldorf y fue ahí entonces donde por fin encontré una guía, la cual puedes seguir para criar niños hacia la libertad.
Quedé tan admirada de la congruencia de todo lo que promueve que a partir de ahí hasta el día de hoy se ha vuelto nuestra filosofía de vida ya que está pedagogía se basa en una filosofía completa para la vida del ser humano que es la Antroposofía creada por Rudolf Steiner (1861-1925).
Si no conoces la pedagogía Waldorf te contaré un poco, se basa en los procesos naturales de la vida separándolos por septenios, es decir que cada siete años es una nueva etapa donde ciertas cosas se cultivan y se desarrollan para vivir de la manera más completa nuestra existencia en la tierra, por eso se creo un método educativo para los primeros 21 años de vida, (Primeros 3 septenios) para educar a los niños hacia una adultez libre y para lograrlo las herramientas que se proponen son desde el arte, los cuentos, trabajar en comunidad, los paseos por la naturaleza, los rituales en los hábitos, la disciplina y límites, con respeto y firmeza, sin dejar a un lado la comprensión.
Ir con el ritmo de la vida, las estaciones y aprender lo intelectual a través de procesos lógicos, vivenciales y naturales, para que la experiencia sea desde “el sentir”, sea bien aprendida y no solamente desde el pensar y memorizar.

¿Cómo no iba yo a enamorarme de esta filosofía para vivir y educar a mis hijos?…
Luego te hablaré mucho más de esto.
Agradezco mucho que hayas leído mi primer post, y estes aquí 🙂 Espero y te hayas identificado con él si eres de esta clase de mamás que buscamos la crianza con apego, consciencia y amor. Y si no conocías nada de esto (como yo al principio) te invito a que sigas leyendo los post que estaré compartiendo en esta plataforma tan bonita y me sigas también en mi Instagram: @native_mamma y en mi podcast: “Mamá Consciente” Que puedes escuchar en Spotify y Anchor; y porfa si crees que aporte valor a futuras mamás o madres de ahora compártelo ♥️
Quiero dar el agradecimiento especial también a Maria Abajo por hacerme parte de Less&Conscious, me parece un proyecto tan inspirador ¡Gracias Maria!.
Abrazo digital y bonito inició verano.