Hemos aprendido a comer, ahora nos toca aprender a alimentarnos.
Comer es una necesidad vital y todos nosotros hemos aprendido a hacerlo. Sin embargo, a menudo olvidamos que el objetivo de comer es nutrir nuestras células para que pueden funcionar de manera óptima en lugar de simplemente satisfacer nuestro hambre con algo que nos apetezca.
Idealmente ambos objetivos deberían estar unidos, pero conforme nos hemos ido alejando de la naturaleza, hemos ido perdiendo la comunicación con nuestro cuerpo, nuestro instinto. Esta desconexión ha provocado que, así como los animales saben cómo tienen que alimentarse, cuándo tienen que ayunar o cuándo tienen que aprovechar para ingerir más cantidad, nosotros hayamos perdido ese conocimiento innato. Y ésta es una de las causas que contribuyen a que nuestros cuerpos se desequilibren y enfermen con más facilidad.
Nuestra salud depende de la salud de nuestras células, que son las que conforman nuestro maravilloso organismo. Nuestras células trabajan de forma incansable día tras día para mantenernos vivos, están programadas para sobrevivir y hacen todo lo que pueden para cumplir ese objetivo.
Si nuestras células tienen todo lo que necesitan para funcionar correctamente, nuestro cuerpo funcionará mejor, seremos más resistentes a enfermedades, tendremos energía para poder vivir nuestra vida al máximo y también más equilibrio a nivel emocional.
La pregunta por tanto es, ¿qué necesitan nuestras células para que podamos vivir nuestras vidas al máximo? La respuesta es sencilla: necesitan nutrientes, oxígeno y la menor cantidad de tóxicos posible.
Respecto a los nutrientes, nuestras células necesitan micronutrientes y macronutrientes: vitaminas, minerales, antioxidantes y grasas, proteínas y carbohidratos saludables.
Hoy en día es especialmente importante consumir alimentos ricos en antioxidantes, ya que estamos rodeados de sustancias tóxicas que generan radicales libres y necesitamos antioxidantes para contrarrestarlos, que se encuentran en frutas y verduras principalmente. Por eso, al menos el 50% de nuestro plato deberían ser verduras de colores variados sin cocinar en exceso.
Por otra parte, cada vez hay más estudios que muestran los beneficios de seguir una alimentación basada en plantas donde la mayor parte de nuestras calorías provengan de alimentos vegetales: frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos y semillas.
La idea general es comer alimentos de verdad en la forma más parecida a como nos los proporciona la naturaleza, con el mínimo procesamiento y sin cocinar en exceso (crudo, al vapor, fermentado, deshidratado…) para mantener sus propiedades nutricionales. Los centenarios del planeta son un buen ejemplo de este tipo de alimentación, ya que el 95% de su dieta proviene de alimentos vegetales.
Actualmente hay algunos nutrientes cuya deficiencia es más común. Debido al tratamiento inadecuado de los suelos con la agricultura intensiva, los alimentos presentan niveles más bajos de zinc y de magnesio, dos minerales absolutamente fundamentales para el buen funcionamiento de nuestro organismo.
También, debido a nuestro estilo de vida actual y a que nuestro hígado muchas veces puede estar congestionado debido al creciente número de tóxicos ambientales, la deficiencia de vitamina D es cada vez más frecuente. Por eso exponernos al sol de manera controlada evitando las horas donde el sol es más fuerte, es absolutamente necesario.
Para proporcionar oxígeno a nuestro organismo la clave es aprender a respirar correctamente, tener más contacto con la naturaleza, practicar ejercicio moderado y proporcionar a nuestro cuerpo alimentos ricos en clorofila (color verde).
Finalmente evitar o reducir la exposición a tóxicos es algo absolutamente fundamental para la salud de nuestras células. Comer cada vez más alimentos de agricultura ecológica, escoger cosméticos naturales, evitar utensilios de cocina que puedan liberar tóxicos como las sartenes antiadherentes o los plásticos y controlar el estrés, que también produce estrés oxidativo en nuestras células, son algunas de las prácticas que podemos implementar para reducir nuestra exposición a tóxicos.
Comiendo de forma consciente sabiendo que lo más importante es nutrir nuestro cuerpo y reaprender cómo hacerlo, estaremos más conectados con nosotros mismos y viviremos una vida más saludable y, por tanto, más feliz.
‘Come comida de verdad, no demasiado y sobretodo plantas’ (Michael Pollan)